
Sus coches han cambiado de color muchas veces, por sus garajes nunca estuvieron los mejores pilotos, y tal vez sus resultados nunca fueron destacados, pero si había algo único y diferente por aquel entonces en la Fórmula 1 era la personalidad y estilo del fundador del equipo que hablamos hoy, Jordan Grand Prix, una de las estructuras más recordadas durante la década de los 90 y principios de los 2000.
Todo comenzó en 1991, cuando Eddie Jordan, un hombre irlandés que había hecho sus pinitos como piloto en la década de los 70, decir dar el salto al «Gran Circo» después de haber estado durante años como jefe de equipo en categorías inferiores. Su llegada ese año a la categoría no pasó desapercibida, con un diseño que contaba con líneas muy estilizadas, obra del gran diseñador Gary Anderson, unido a su característico coló verde, fruto del patrocinio con la marca 7 Up y Fuji Films.
Su alineación de pilotos no es que fuera la mejor de la parrilla, ya que contaba con pilotos de segmento medio como Andrea De Cesaris y Bertrand Gachot. De Cesaris sería quien consiguiera los mejores resultados ese año, con un 4º puesto en las pruebas de Canadá y México. Aunque por lo que se recuerda ese año no fue por ser el debut del equipo.
En el Gran Premio de Bélgica, Bertrand Gachot no podía participar el Gran Premio debido a que fue condenado por un altercado que tuvo con un taxista en Londres (de hecho Gachot no se volvió a subir el resto de la temporada). Esto provocó que ese fin de semana se subiera al Jordan un joven Michael Schumacher, que por entonces no tenía mucha experiencia en monoplazas y participaba en pruebas de resistencia de la mano de Mercedes.
El alemán no tardó en dejar a todos impresionados, y en su primera clasificación consiguió terminar en 7ª posición, 7 décimas por delante de De Cesaris. Por desgracia, el domingo la carrera de Schumacher duró menos de una vuelta y en la entrada de la recta Kemmel tuvo que abandonar debido a un problema con el embrague.
Los siguientes años estuvieron protagonizados por constantes cambios de propulsores y pilotos, hasta que finalmente Jordan consiguió encontrar el equilibrio con Rubens Barrichello y Eddie Irvine, un piloto que ya conocía de su periodo en categorías inferiores. De esta manera, en 1994 el equipo consiguió apuntarse su primer podio en el Gran Premio del Pacífico con una tercera plaza.
Curiosamente, en el siguiente Gran Premio se pasó de una estado de ánimo a rozar la tragedia, ya que Barrichello sufrió un gran accidente durante los entrenamientos libres, un impacto en el que tuvo mucha suerte de salir prácticamente ileso. Desafortunadamente, ese fin de semana, ni Roland Ratzenberger ni Ayrton Senna corrieron la misma suerte.
Tuvo que llegar 1995 para que Jordan se volviera a subir al podio, esta vez con la presencia del propio Barrichello e Irvine en el Gran Premio de Canadá, en 2ª y 3ª posición, respectivamente. Una dupla de pilotos que se deshizo en dos temporadas, con la salida de Irvine a Ferrari en 1996 y al año siguiente, Barrichello puso rumbo a Stewart.
La temporada de 1997 supuso un año de transición. Por primera vez los Jordan lucirían su característico color amarillo que mantuvieron hasta su última año en la categoría. Ralf Schumacher llegó al equipo y para 1998, el campeón del mundo Damon Hill llegaba con la esperanza de mejorar sus resultados tras una desastrosa temporada como vigente campeón del mundo en Arrows.
Aunque Jordan nunca estuvo en las posiciones de cabeza, en la caótica carrera en el Gran Premio de Bélgica los astros se alinearon para que Jordan, con Hill a los mandos, obtuviera su primera y única victoria en Fórmula 1 (y también el último triunfo de Damon Hill) con Ralf en 2º lugar. Una victoria que no vino exenta de polémica, ya que el propio Eddie Jordan tuvo que frenar a Schumacher, que venía varios segundos por vuelta más rápido que Hill, para afianzar el doblete.
En 1999, el equipo, de la mano de Heinz-Harald Frentzen, que ocupó el asiento de Schumacher, logró en una muy buena temporada la tercera posición en el mundial de pilotos, consiguiendo dos victorias en Francia e Italia, lo que supuso la mejor temporada del equipo en su paso por la Fórmula 1. Sin embargo, tras varios años de crecimiento, el nivel de Jordan se estancó y paulatinamente el equipo caía en la tabla hasta las últimas posiciones.
El cambio al nuevo milenio agudizó los crecientes problemas económicos que el equipo comenzaba a sufrir. Tan solo la victoria a posteriori de Fisichella en Interlagos en 2003 y una tercera posición en aquel polémico Gran Premio de Estados Unidos de 2005 en Indianápolis de la mano de Tiago Monteiro trajo la alegría al box de Jordan, ya muy ahogado por las deudas económicas.
En enero de ese mismo año, Eddie Jordan ya había vendido el equipo a la compañía neerlandesa Midland, que corrió bajo el nombre de Jordan durante ese año y ya en 2006, corrieron bajo su denominación, despareciendo así lo poco que ya quedaba del equipo que había corrido durante las últimas 14 temporadas en la máxima categoría del automovilismo.
A día de hoy, el equipo Jordan es actualmente lo que hoy conocemos como Aston Martin, mientras que de vez en cuando, Eddie Jordan se sigue dejando ver por el paddock, y es reconocido como uno los personajes más pintorescos del paddock y que, a día de hoy, su opinión y su visión de las carreras no dejan indiferente a nadie.