ESPECIAL | Peter Collins, un gran pionero poco reconocido

Peter Collins nació el 6 de noviembre de 1931. Debutó en la Fórmula 1 en 1952, en el Gran Premio de Suiza, a los 21 años de edad. Sus primeras campañas en la escudería HW Motors fueron modestas, dado que no contó con una máquina que le permitiera desplegar todo su potencial.
Esa oportunidad llegó en 1956, cuando fichó por Ferrari y el británico vio cómo las puertas del éxito se le abrían de par en par. El detonante de su llegada al Cavallino Rampante fue la Targa Florio de 1955, una carrera de resistencia que se disputaba en Sicilia, Italia. En aquella época la prueba transalpina era comparable en importancia a las míticas 24 Horas de Le Mans.
Collins logró la victoria subido a un Mercedes Benz 300 SLR. Como compañero de equipo tuvo a otro ilustre competidor, su compatriota británico Stirling Moss. Los primeros pasos de Collins vestido de rojo pusieron de relieve que Enzo Ferrari había acertado con su decisión de incorporarlo en el equipo. Obtuvo un magistral segundo puesto en las calles de Mónaco, para posteriormente salir triunfador de manera consecutiva en Bélgica y Francia.
De hecho, el británico llegó a la carrera decisiva de 1956, celebrada en Monza, con posibilidades de llevarse el campeonato del mundo. Sus oponentes: su compañero de equipo, Juan Manuel Fangio, y Stirling Moss, en aquel entonces en las filas de Maserati. Durante la carrera todo iba sobre ruedas. Sus adversarios se retiraron por problemas mecánicos, mientras Collins seguía sobre la pista con opciones de conquistar la corona.
Sin embargo, el británico dejó atónitos a propios y extraños con un gesto de deportividad y generosidad impensable hoy en día. En aquella época los pilotos podían ceder sus monoplazas a sus compañeros de equipo en mitad de la carrera. Y es lo que hizo Peter, entrando en el garaje para ceder su máquina a Fangio, quien reemprendió la marcha hacia una segunda posición que le otorgaba su tercer título.
Collins no pudo convertirse en el primer campeón del mundo de Fórmula 1 británico. Basó su decisión en la lealtad que sentía tanto hacia Fangio como hacia el capo de la escudería roja, Enzo. También lo hizo porque creía que le esperaban muchas más oportunidades de proclamarse campeón en un futuro dada su juventud. Sin embargo, su cortesía y deportividad no trajeron consigo la recompensa que buscaba.
En 1957 Ferrari experimentó una notable caída de rendimiento y, en consecuencia, Collins no se subió al primer escalón del podio. Dos terceros puestos en Francia y Alemania fueron sus resultados más destacados en una campaña de transición para él. El año siguiente, 1958, las tornas cambiaron y Ferrari regresó al lugar que le pertenecía. En esta ocasión su compañero de equipo fue Mike Hawthorn.
Los dos pilotos británicos no sólo compartían escudería, sino que también les unía una estrecha amistad. Otro rasgo diferenciador respecto a la Fórmula 1 de la actualidad: en la década de los 50 existían vínculos personales entre los pilotos, amistades que en muchos casos se anteponían a la rivalidad sobre la pista. El momento cumbre de Collins llegó en Gran Bretaña, donde venció frente a su afición con una autoridad aplastante, dominando el Gran Premio de cabo a rabo.
No obstante, la felicidad le duraría demasiado poco, ya que en la siguiente prueba la tragedia estaba esperando. El británico luchaba por el liderato con Tony Brooks y Hawthorn, pero mientras trataba de ejercer presión sobre el primero, cometió un error que le costó la vida. Entró demasiado rápido a una curva de derechas, perdiendo el control de su vehículo, que acabó volcado.
El accidente le causó irreversibles daños cerebrales y aunque fue trasladado a un hospital, nada se pudo hacer para salvarlo. Finalmente, la temporada de 1958 fue para Mike Hawthorn, quien se hizo con el honor de ser el primer campeón del mundo de Fórmula 1 británico. Por desgracia, el campeón no pudo saborear lo conseguido, pues tres meses después de la consecución del título, falleció en un accidente de tráfico.
El nombre de Peter Collins no suele estar asociado a los grandes pilotos de la época, pero poseía un talento que no tenía nada que envidiar a ninguno de los grandes campeones de los 50. Su triste fallecimiento se produjo en unos años en los que la Fórmula 1 se cobraba la vida de jóvenes soñadores con demasiada frecuencia, cuando futuros brillantes eran apagados al encontrarse con la tragedia. No obstante, Collins siempre será uno de los grandes pioneros de este deporte.