ESPECIAL | Jack Brabham, el piloto que consiguió vencer con su propio equipo

Crear un equipo de Fórmula 1 de la nada puede ser actualmente una de las cosas más complejas que existen en el automovilismo. La estricta reglamentación de la propia Fórmula 1 y de la FIA para que las nuevas estructuras garanticen su suficiencia financiera exige estar respaldado por una multimillonaria compañía y encontrar patrocinadores dispuestos a invertir para garantizar la inversión.

Sin embargo, todas estas trabas recogidas bajo una normativa a día de hoy brillaban por su ausencia cuando la Fórmula 1 vivía sus primeros años. Es ahí donde se hace hueco nuestro equipo protagonista para este artículo, que vivió sus días de gloria a a finales de los años sesenta y principios de los ochenta, siendo además el único constructor que ha vencido en el mundial con su creador a los mandos, el equipo Brabham.

La escudería fundó en 1960, después de que Jack Brabham consiguiera su segundo título en Fórmula 1 con el equipo Cooper. Brabham creó el equipo junto a un amigo suyo de Australia, su país natal, Ron Tauranac. Brabham correría con Cooper hasta 1961, y ya para la temporada siguiente lo haría subido en uno de sus coches, un chasis Lotus motorizado por Motor Racing Developments.

Al ser un proyecto en ciernes, los resultados de las primeras temporadas fueron discretos. Lotus, BRM y Ferrari eran las marcas que luchaban por los títulos, si bien Dan Gurney en 1964 en el Gran Premio de Francia anotó el primer triunfo de la escudería. Para 1966, el cambio a los motores Repco al que se le añadió un cambio de reglamento, Brabham aspiraba por primera vez conquistar el título.

Y así fue, Jack Brabham consiguió su tercera corona y el equipo se imponía en el mundial de Constructores, siendo la primera y única vez en la historia que un piloto consigue ganar con su propio coche, un hito único en el motorsport que nunca se ha vuelto a repetir. El siguiente año, Brabham revalidaría su título de constructores y también haría lo propio en el campeonato de pilotos.

Esta vez lo conseguía Deny Hulme, quien mantuvo una batalla hasta el final con el propio Brabham y Jim Clark. En apenas cuatro años, Brabham había pasado de ser un recién llegado a la parrilla a disputar de tú a tú los triunfos a equipos como Ferrari, Lotus, BRM o Matra, marcas con una gran infraestructura detrás, con pilotos que en su momento eran la referencia en la parrilla como Brabham, Hulme, Dan Gurney o Jochen Rindt.

Ya en la década de los setenta, Jack Brabham se retiró y vendió su parte del equipo a su socio Tauranac. Éste pretendió asumir todas las responsabilidades de diseño y dirección del equipo, pero la ausencia del tricampeón era más que notoria y a finales de 1972, dedicó vender el equipo a por entonces un joven Bernie Ecclestone, quien ya había hecho sus primeras gestiones con estructuras en categorías menores y ejercía de manager de algunos pilotos.

Gracias a la llegada de Ecclestone, el talento de Gordon Murray como diseñador y la figura de un Carlos Reutemann en pleno ascenso, el equipo consiguió recuperar el nivel competitivo de la pasada década y para 1975, acabaron en tercera posición en el mundial de constructores, consiguiendo también victorias aisladas.

El propio Ecclestone trató de dar un paso más y consiguió cerrar un acuerdo con Alfa Romeo en 1976 para ser su suministrador de motores, además de convencer a Niki Lauda para que se uniera al equipo en 1978, que venía de conseguir dos títulos con Ferrari. Sin embargo, el paso de Lauda por el equipo fue muy efímero sin grandes resultados, al igual que la unión con Alfa Romeo que se separó de la estructura en 1979 para emprender su propio camino como constructor.

Ya en los años ochenta, con el chasis BT-49, un joven Nelson Piquet consiguió llegar con opciones de conseguir el título en la última carrera del campeonato, el Gran Premio de Las Vegas. El brasileño dependía de lo que hiciera Carlos Reutemann, que llegó con su Williams como líder del campeonato. Sin embargo, una mala carrera del argentino permitió a Piquet anotarse su primer entorchado, devolviendo así a la gloria al equipo Brabham que volvía a conquistar un título catorce años después.

La historia siguió un guion parecido en 1983, cuando Brabham, ya equipado con motores BMW, en el auge de los motores turbo, Piquet mantuvo un duelo de infarto con Alain Prost y Renault. Piquet alcanzaría de nuevo la gloria en la última prueba del año, el Gran Premio de Sudáfrica, para dar a Brabham el último título que conquistaría en la Fórmula 1.

Y es que como en todo gran imperio, hasta los cimientos más sólidos acaban tarde o temprano derrumbándose. Después de construir una gran dupla en torno a un buen chasis y el mejor motor de la parrilla, unido a uno de los pilotos con mejor proyección, ya coronado dos veces campeón del mundo, la primera señal de flaqueza se evidenció cuando el propio Piquet decidió hacer las maletas para mudarse a Williams.

Al poco tiempo después, BMW decidiera emprender su camino como constructor y la puntilla definitiva llegó con la marcha de Gordon Murray al equipo McLaren. Tres salidas muy significativas que provocaron un bajón considerable de rendimiento, que durante las siguientes temporadas no se asomaría ni al top 5 en el mundial de constructores.

El desplome fue tal que el equipo no se llegó a inscribir para la temporada de 1988, y Ecclestone decidió vender toda su participación a Joachim Luthi, que al año siguiente fue detenido por evasión de impuestos. El equipo acabó en manos del grupo japonés Middlebridge, quien apostó por pilotos jóvenes como Damon Hill o David Brabham, el hijo de Jack Brabham, fundador del equipo.

Sin embargo, pese a la intención de mantener vivo el equipo, el grupo Middlebridge se vio envuelto en una espiral cuando debido a las múltiples deudas, no pudo hacer frente al préstamo que pidieron para salvar el equipo. De este modo, el recorrido del equipo Brabham, fundado por Jack Brabham y Ron Tauranac finalizó en 1993.

Años más tarde, se especuló con la posible vuelta de Brabham a la Fórmula 1 o incluso la opción de explorar otras vías como el WEC, sin embargo todo esto quedó en saco roto y nunca más se supo de las posibles aspiraciones de una vuelta de la marca a la competición. Lo que sí se conoce es que es ahora David Brabham es quien ostenta todos los derechos de exclusivos de la marca, protegiendo así el legado que su padre y Ron Tauranac construyeron, y que se ganó el derecho de copar una de las páginas de oro de la Fórmula 1.

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